31 años después, aún sigue sin estar clara la gran pregunta sobre lo ocurrido esos aciagos Sanfermines 78: ¿quién dió la orden de entrar a la plaza? Puesto que el sumario se perdió para siempre, y no se ha hecho público, sólo nos quedan especulaciones sobre este asunto. Probablemente nunca sabremos la verdad, pero es posible reconstruir, a partir de lo que sabemos, algunas conclusiones.
Tres personas podían haber dado la orden de cargar en el ruedo. Primero el Gobernador Civil, ignacio Llano. Y bajo él, el comisario jefe del CGP en Pamplona, Miguel Rubio, y el comandante de la Policía Armada, Fernando Ávila. Por encima de Llano sólo se encontraba el Ministro de Interior, y por debajo de Ávila, los oficiales, varios de los que mostraron su perplejidad ya desde los primeros momentos.
De Ignacio Llano sabemos al cien por cien que no lo hizo. El lo ha negado en todo momento desde la rueda de prensa del día 9, y todos los testigos en la plaza corroboran su sorpresa al producirse la carga en el ruedo. De hecho, la gran acusación contra él es su incapacidad para controlar a la Policía Armada durante ese día. La carga le pilla aún en el tendido, y los testigos lo ven sorprendidos y estupefacto. Después en varias ocasiones ordenó cesar las cargas: un representante de las peñas atestigua cómo su orden de cesar el fuego hacia las 21.15 fue ignorada por los antidisturbios. Podemos concluir que él no tuvo nada que ver. Además, él acusa directamente al comandante Armada de dar la orden.
El caso de Miguel Rubio es más complicado. Él achacó todo a un malentendido. Según su versión, se encontraba en el tendido cuando la pelea en el tendido 3 aumentó con varias decenas de personas implicadas. Al ver el cariz que tomaban los acontecimientos, ordenó a uno de los tenientes que "alguien entrara al tendido para separarlos". Despúes afirma que la orden se transmitió mal, que el teniente comunicó "entrad para separarlos", y que la orden llegó a los jeeps aparcados fuera ya deformada: "entrad, entrad", lo que supuso que los policías entraran cargando al ruedo. Esa noche, en la SER declaró que juraba "por sus hijos" no haber dado la orden. Lo mismo declara en el documental de Gautier.
La principal prueba contra él la proporcionan los testigos oculares y los testimonios gráficos que lo señalan como una de las dos personas vestidas de paisano que entran en el ruedo. Desde el primer momento, se le señaló como uno de los que esgrimían un arma durante la carga. Aquí puede verse al hombre de paisano entre los agentes:
Es verdad, no obstante, que ninguna fotografía (ver nuestro documento "Sanfermines 78. Los hechos tal y como sucedieron" o el dossier de las peñas de 1978) es concluyente. Pero si es verdad, y es efectivamente él quien muestran las fotos, entonces la orden podría venir de Rubio, sin error alguno, y sería responsable directo y premeditado de lo ocurrido, sólo o en compañía de Ávila. Hasta ahora, Rubio no ha negado que sea él quien está en el ruedo, y por otro lado a quien acusa es a Ávila, desgracidamente fallecido en 1985.
En la cadena de mando queda el comandante Fernando Ávila. Por debajo de él, ni el capitán ni los tenientes al mando sabían absolutamente nada: uno de los tenientes, en el ruedo, reconoce que no saben qué hacen ahí. En cuanto a Ávila, todos los testimonios lo presentan descontrolado durante toda la noche: entraba, salía del gobierno civil, daba órdenes al margen del gobernador, esquivándole o engañándole. Éste lo cesó de manera fulminante porque no se fiaba de él y le hacía responsable de lo ocurrido.
En relación con la entrada de la Policía Armada en la plaza, sobre él pesa la principal prueba: la orden de cargar debía pasar obligatoriamente por él. Tanto si Rubio está implicado en la carga del callejón -sea según su versión del error, sea por haberla tomado conscientemente y participar en ella-, la orden debía pasar por Ávila. Él estaba presente en la plaza y todos atestiguan que la cadena de mando se cumplió.
Y aún si Rubio se saltó al comandante, queda bajo su entera responsabilidad la segunda carga, la del patio de caballos. Cuando ésta se produce, hacia las 21.05, tanto Rubio como Llano han desaprobado la primera carga, y enviado órdenes de cesar las cargas. Sin embargo, los antidisturbios vuelven de nuevo a cargar desde el patio de caballos, algo que sólo es posible si quien comanda la fuerza da la orden.
Podemos asegurar con seguridad que la orden la dió Fernando Ávila, a espaldas y contra las órdenes de Ignacio Llano. Más controvertido es el papel de Miguel Rubio: aunque él dice ser inocente, muchos lo sitúan en el ruedo. Mientras no se despeje esta duda, el papel de Rubio será sospechoso.